Aunque nuestro pasado es inalterable, nosotros tenemos la capacidad de elegir que experiencias de él recordar; que instantes guardar en nuestra memoria, de cuales prescindir y de cuáles aprender. También podemos ver que personas se merecen un lugar en este presente y quizás en el futuro, cuales es mejor dejarlas atrás y quienes nunca se merecieron un ligar en nuestra vida en primer lugar.
Lo que pasó ya es historia y no se puede editar. Depende de nosotros tomar lo mejor (o peor) de ello y hacerle un lugar en nuestros recuerdos; siempre y cuando esto nos sirva para bien.
Las palabras no duran más que lo que tardan en ser pronunciadas, depende de uno mantenerlas con vida o no. Es nuestra memoria lo que les da sentido, efectividad y hace que nos influyan.
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